
El procedimiento quirúrgico no ha sido nada fácil. La joven afgana tuvo que someterse a una dolorosa expansión de la piel de su frente, e incluso a injertos de hueso y cartílago pero este verano, tras operaciones menores, su cara será la misma que antes del ataque.
No obstante, la cirugía no soluciona todo. Su rostro ha sido reconstruído, pero reconstruir una vida no es tan simple. Mati Arsala, el padre de la familia con la que convive Aesha, asegura que es una chica muy inteligente y, pese a el sufrimiento que ha padecido, la joven de 22 años está convencida de que ella y su familia podrán superar todo lo que se propongan. Pese a la continua oposición talibán en Afganistán, está dispuesta a hacer lo posible por conseguir una buena educación, una carrera universitaria y, con el tiempo, su independencia.
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