jueves, 21 de febrero de 2013

La Pitón Birmana

La principal regla del concurso era esta: mátenlas, pero que no sientan dolor. El 12 de enero pasado, la Comisión de Pesca, Vida Salvaje y Conservación del Estado de Florida (FWC, por sus siglas en inglés) anunció la apertura oficial de un concurso de un mes para reducir la población de pitones birmanas en los Everglades y recomendó a los participantes tres métodos para matar a las serpientes “de manera humana”: decapitarlas, dispararles en la cabeza o clavarles un perno justo a la altura del cerebro. Unos 1.600 cazadores de Estados Unidos y Canadá, equipados con toda clase de armas, se apuntaron a la cacería que recibió el nombre de "Retp Pitón" y culminó el 10 de febrero pasado. Este sábado, fueron premiados con una estatuilla y hasta 1.500 dólares en efectivo quienes capturaron al ejemplar más grande y el mayor número de serpientes.
La pitón birmana es una especie invasiva que, de acuerdo a las autoridades, hoy día supera en número a otras especies autóctonas de los Everglades, un área protegida de pantanos subtropicales de 1.900 kilómetros cuadrados, que se extiende por gran parte del extremo sur del Estado de Florida. A estas serpientes se les señala como responsables de la reducción de la población de mamíferos pequeños en los pantanos, como comadrejas, mapaches, conejos y ratones salvajes, y han llegado incluso a alimentarse de cocodrilos. Se cree que las primeras pitones birmanas llegaron a los Everglades hace más de una década y que fueron abandonadas allí por personas que las tuvieron antes en casa, como mascotas.
Las pitones, sin embargo, no son la única especie invasiva que amenaza el equilibrio natural de los pantanos. Los gatos domésticos, las lagartijas y las ranas cubanas también se han convertido en predadores de la fauna local.La cacería de pitones, en cambio, sí despertó el entusiasmo de los cazadores que, con licencia o sin ella, se inscribieron al concurso; incluyendo, entre ellos, al senador demócrata de Florida, Bill Nelson. Los requisitos para participar no eran demasiado exigentes: ser mayor de 18 años y atender a un curso de media hora de detección de reptiles, para no matar a la serpiente equivocada; no había limitación en el uso de cualquier tipo de armas. Así se cumplió: los restos de las 68 pitones capturadas fueron enviados directamente a los laboratorios de la Universidad de Florida para su análisis, sin que ninguna imagen cruenta de la cacería saliera a la luz pública.

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