Tuvo que pagar 1.000 dólares por dos inyecciones que contenían silicona industrial y no silicona para uso estético.
Meses después de aplicarse la silicona, la zona se ennegreció pero no acudió al médico por vergüenza: “Entendía que algo no estaba bien, pero la vergüenza me detuvo a buscar ayuda médica. Fue cuando empezó un dolor punzante y agudo que le duró cuatro años”
Decidió ir al médico cuando ya le apareció un agujero en el trasero debido a la profunda infección, hecho que le empujó a acudir al médico. Una vez en el hospital los sanitarios le indujeron un coma durante dos meses y tuvieron que apuntarle las nalgas, las piernas y brazos, debido a la gangrena producida.
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