El Gobierno usa dos métodos, uno adaptado por sus técnicos, que anticipa un ajuste del déficit estructural más rápido (-0,2% en 2016 desde el -4,3% de 2012) y otro, con la metodología de la Comisión Europea, que relega ese ajuste a 2019 (0%). Es este último escenario el que obliga al Ejecutivo a hacer proyecciones de las principales variables económicas hasta finales de esta década.
Así, mientras en el cuadro macroeconómico que presentó el Gobierno el pasado viernes el crecimiento del PIB no pasaba del 1,3% en 2016, en estas nuevas proyecciones escala al 2,5% en 2017, para superar el 3% en 2019. Para ese año, se espera un superávit presupuestario notable (del 2,1% del PIB) y un descuento también significativo en la deuda pública, que volvería en 2019 a un nivel similar al que tenía el año pasado (84%), tras rondar el 100% en 2016.
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